30 abril 2007

"Redemption Songs. La biografía definitiva de Joe Strummer" - de Chris Salewicz


¿Qué es lo que hace novedoso a este libro?


Chris Salewicz: Me sorprendí cuando me enteré que Joe fue miembro de la Misión de la Luz Divina del Guru Maharaji. También me adentré en los detalles sobre su familia, su infancia, y su vida en el colegio. Por ejemplo, cuando su padre (era diplomático) fue enviado junto a su familia a Egipto, se mudaron a una casa ocupada por el espía Donald Malean; y el padre de Joe compartió el almuerzo (que consistía en una botella de vodka) con otro “super espía”, Kim Philby.
Mucha gente encontró más interesante el material que no trataba sobre la época Clash, que ocupa menos de la tercera parte del libro.
Los años “vacíos” de Joe, como él mismo los describió, dicen tanto de él como cuando estaba en la cima de los charts.
También traté de hacer el libro lo más divertido posible, por que así era Joe para mi, al igual que The Clash. Por ejemplo cuando Joe estaba filmando “Mystery Train” con Jim Jarmusch se encontraron en un hotel de Memphis con los miembros de INXS. Michael Hutchence estaba rodeado de adolescentes en minifalda. “Debe ser extraño ser un símbolo sexual” le dijo Joe a Hutchence. “Vos deberías saber cómo se siente- le respondió Hutchence- vos estabas en The Clash” “Sí, pero yo nunca fui un símbolo sexual- dijo Joe mientras sonreía- Sólo fui el portavoz de una generación

23 abril 2007

Spanish Bombs in Granada: Joe Strummer dando vueltas por Andalucía

Jesús Arias:

Esencialmente, Joe Strummer era un tío generoso. Casi nunca llevaba dinero encima pero, en cuanto lo tenía, podía gastarlo en lo que fuera, hacerte un favor o, si se encontraba con un colgado por la calle que le caía bien, darle toda la pasta que llevaba en los bolsillos o ir al banco a sacar dinero para dárselo.

Recuerdo una anécdota curiosa. Cuando él llegó a Granada por primera vez, traía una magnífica gorra de cuero con la inscripción 'Out of control'. Yo estaba colgadísimo por aquella gorra (yo solía utilizar gorra en nuestros conciertos), pero me daba corte hacerle algún comentario a Joe al respecto. Unos meses después, mientras grababa con 091, volvió de Madrid y, mientras charlábamos, casualmente, le pregunté por la gorra. "¿La vieja gorra de 'Out of control'?", me preguntó. "Sí, ésa", dije yo. "Se la regalé a un tío en el metro de Madrid. Me dijo: Hola, tío, me gusta esa gorra que llevas. Y se la regalé". Sobran los comentarios de cuántas veces le dije: "You, fucking bastard, you, fucking bastard" a Joe el resto del día. Pero, esencialmente, era así. Yo tuve durante meses un pedal de eco Boss suyo que se acababa de comprar en una tienda y que le pedí que me lo dejara para echarle un vistazo. "¿Quieres probarlo?", me dijo mientras me lo ensayaba. "Si me lo dejas...". "Llévatelo, ya me lo das cualquier día". Seis meses después, le tuve que recordar que yo seguía teniendo su pedal de eco. "¿Es bueno?", me preguntó. "Sí, muy bueno. He grabado muchas cosas con él". "Si quieres, quédatelo".

Fui honrado y se lo devolví. Pero, si no lo hubiera hecho, él jamás lo habría pedido. De ésas tengo a miles. Literalmente: a miles.





Joe Strummer en Granada, frente a la Alhambra
La leyenda cuenta que estando en Barcelona Strummer oyó una canción de 091 y se emocionó tanto que le entró la necesidad imperiosa de conocerlos, viajando rápidamente a Granada. La realidad, como siempre, es otra:
"Estábamos en el 'Silbar' y llegó un tío, malencarado y zarrapastroso, le dijo a Tacho que tenía unas letras y Tacho se quitó de enmedio pasándomelo a mí, tenía una libretilla de esas de cuadros, sucia y hecha polvo. Empezamos a hablar y el caso es que, a pesar de la pinta de jipioso que tenía, había algo en su cara familiar. Yo me acordé de las historias que circulaban por Granada, de que si 'Los Clash' habían estado por aquí (cierto, cuando la primera espantada de Strummer) y se lo comenté a Tacho: 'ostras este tío se parece a Joe Strummer'. No le dijimos nada, pero al del bar le pedimos que pusiera algo de 'Los Clash', y allí estábamos los dos mirándolo a ver que hacía... Y sí, era él", recuerda José Ignacio "¡Una experiencia casi mística!"
El caso es que el inglés no soltaba prenda, recluido en una pequeña pensión se dedicaba a escribir en la famosa libreta, a beber ginebra en el Silbar y a perseguir a las chicas. Una noche fue recogido de madrugada en un estado lamentable, y completamente perdido, por un periodista del Diario de Granada y depositado, salvo, que no sano, en su fonda. Al día siguiente concedía a su salvador la única entrevista que daría desde la disolución de Los Clash hasta entonces. En aquella comida-entrevista a los pies de la Alhambra afirmó que le gustaba lo que hacían 091 y habló de sus nuevos proyectos, entre los que estaban el último álbum de la banda. Días después desapareció como había llegado, sin decir nada. Meses más tarde,
cuando los Cero estaban preparando las maquetas en un estudio de la calle recogidas para su inminente grabación, reapareció dispuesto a echar una mano a los granadinos, incluso escribió un par de letras para el grupo en el espaninglis mental que le caracterizaba, adaptadas por Gabi (Gabriel Contreras), un amigo de todos.





Se cree, se piensa mas allá del extremo del sur
Aunque podría ser al Este, dice el mangante
Esto es como si siempre soñara en el negro expreso que pasa
Trabajando en Recogidas with the sexis señoritas
El graffiti-boy graba una inscripción en las paredes de la catedral
El taxista espera the woman del amigo del general
La gente espera al hombre de chocolate
al hombre del chocolate
El limpiabotas hace disparates con maniquíes en los escaparates
La gente espera al hombre de chocolat
Esto es como si siempre soñara en el expreso negro que pasa
Trabajando en Recogidas With the sexis señoritas
With the sexis señoritas
Para leer más anécdotas de Joe Strummer en España recomiendo leer las anecdotas que Jesús Arias, uno de sus amigos, recopiló en un foro.
Muchas hojas, y basatnte largo, pero realmente vale la pena por lo bien que está escrito y por lo emocionante que es:

09 abril 2007

Entrevista a The Doghouse

[octubre/05]
Tom Lardner y Richard Dudanski son El Doghouse, dos musicazos guiris afincados en Granada que compartieron juergas con Joe Strummer...


Richard, ¿Cuándo y cómo os conocísteis tú y Joe [Strummer]?
[Richard] Conocí a Joe en el verano de 1974. Él vino a vivir a una casa de okupas que teníamos en Maida Hill, zona del oeste de Londres. La casa era nº 101 Walterton Road, dirección que luego dió nombre al grupo que formamos juntos The 101'ers. Tengo muchos recuerdos alegres relacionados con Joe porque los dos años que compartimos en The 101'ers fueron muy especiales. Quizá por su proximidad en términos de tiempo, me quedo con una noche del verano del año 2002, 4 meses antes de su muerte, pasamos una noche entera en una playa del Cabo de Gata, hablando y disfrutando de las memorias de esos viejos tiempos...



¿Qué tal salió el homenaje a Joe Strummer en Londres?
T.: Para mí salió de pu... [pi, pi...] Tuve la oportunidad de conocer el mundo y amigos de Joe, y el concierto fué la bomba. Lo han grabado en audio y video, pero no sé si saldrá algo. R.: Fué una noche inolvidable. Lo organicé en un "community centre" de nuestro antiguo barrio del oeste de Londres donde habíamos tocado hace casi 30 años. Participaron muchos viejos amigos, y se creó un ambiente festivo, incluso de una manera extraña, de celebración...



¿Qué le gustaba beber a Joe Strummer?
R.: Cerveza, y fumar. A mí lo mismo...

03 abril 2007

The Clash: 30 años de rock revolucionario

Se cumplen 30 años de la edición del primer disco de la banda, uno de los grupos fundamentales para entender la evolución de la música punk.
MARIO BRAVO - Diagonal 51 (Kaos. Cultura) [02.04.2007 12:01]



Por mucho que se empeñe el tango en que 20 años no son nada, 30 pueden ser toda una vida, al menos para el que esto firma. Y esa vida está profundamente marcada por The Clash. Qué sentido tendría celebrar su aniversario de no haber estado su música presente en cada uno de los años que completan la última treintena. Porque The Clash son música pero también letras, materia y forma, medio y mensaje. Uno de esos grupos imprescindibles a los que se vuelve, más allá de las modas y de las tendencias pasajeras. The Clash no inventaron el punk pero lo dotaron de un contenido político y social ausente hasta entonces y oxigenaron un estilo, hasta el momento rudo y monolítico, con sonidos cercanos al rockabilly o los aires jamaicanos. Podría argumentarse que algunos de sus coetáneos ya apuntaban maneras, como es el caso de los frescos sociales que pintaba Paul Weller o el escupitajo que arrojaron los Sex Pistols a la cara de la sociedad británica con su God Save the Queen. Pero mientras unos enarbolaban la bandera de la desesperanza y los otros la del nihilismo, The Clash dieron un paso adelante y pasaron al contraataque, no dudando en emplear su música para difundir el mensaje de que la revolución es posible. En esto radica su originalidad y su vigencia: sembraron la semilla que después recogerían grupos como Rancid, Green Day, Kortatu o Ilegales.



Los inicios: ’White Riot’
Provenientes de diversas bandas relacionadas con los movimientos de okupación británicos de los ‘70, Joe Strummer, Mick Jones y Paul Simonon reúnen su talento fundando The Clash y fogueándose como teloneros de, entre otros, los Sex Pistols. El potencial de aquellos jóvenes airados es tal que no tardan en fichar para una de las grandes, la discográfica CBS. En 1977 sale a la calle el primer sencillo de la banda, White Riot, un bofetón a la juventud a la que reprocha su escasa capacidad de movilización. Al poco se edita su primer LP, que cosecha un considerable éxito. Su estilo es crudo y directo, muy acorde a los cánones del punk que por entonces se facturaba en Inglaterra.
La repercusión que obtuvo el disco fuerza su lanzamiento en EE UU donde, en principio, la CBS había renunciado a promocionarlo; las distintas ediciones poseen algunas diferencias en su contenido. Tras su segundo LP, Give’Em Enough Rope, llega London Calling, obra fundamental para todo aquel que desee entender los derroteros de la música popular de las últimas décadas. Más allá de que haya sido calificado por los más diversos medios como disco de referencia de la banda, lo cierto es que London Calling es variado e inagotable. Tanto, que la ortodoxia punk entendió este trabajo como una suerte de traición, pero precisamente ése es el secreto de su éxito. En London Calling The Clash utiliza el punk como plataforma para adentrarse en los sonidos más variopintos con resultados asombrosos: flirtean con el reggae en Rudy Can’t Fail, tejen inolvidables melodías pop como Train in Vain, se atreven con una versión del Brand New Cadillac y nos regalan singles como Spanish Bombs o el propio London Calling. La edición del disco no estuvo exenta de polémica con la discográfica: la banda producía tal cantidad de material que no era posible darle salida en un solo LP, y además The Clash tampoco estaban dispuestos a encarecer el precio de su música. Finalmente se salieron con la suya: la negociación se cerró con el insólito lanzamiento de un disco doble al precio de sencillo. Tras la arriesgada apuesta que supuso London Calling y la posterior aceptación de su propuesta, The Clash se encuentran en excelente estado para acometer su siguiente salto sin red: un año después publican Sandinista! Un disco triple que volvió a salir al mercado a precio de sencillo, merced a que The Clash renunció a parte de sus beneficios en favor de la economía de su público. Respecto a la filiación política, el título es bastante elocuente; el contenido vuelve a ser una nueva incursión de la banda en sonidos ajenos, como el rap, el dub o el gospel. Suma y sigue.




Éxito mundial
La fama de sus dos últimos trabajos embarca a la banda en una sucesión de giras que incluyen lugares tan alejados de su Londres natal como Australia. El éxito pone a girar una maquinaria difícil de detener y que genera las primeras fricciones importantes dentro del grupo. Las drogas pasan factura y Topper Headon no tardará en abandonar la banda. En mitad de esta vorágine se las apañan para grabar Combat Rock, un disco irregular que, no obstante, incluye Should I Stay or Should I Go, un expeditivo rompepistas que, a la postre, revitalizó una famosa marca de pantalones. Éste, quizás, es el momento en que The Clash pierde el control sobre sí mismos. Superados por el reconocimiento internacional, resulta difícil mantener la perspectiva en medio de giras mastodónticas que no trataban sino de amortizar un producto. Son tiempos de confusión y comienzan las idas y venidas de los principales miembros de la banda, se cancelan actuaciones, la formación se vuelve inestable y todo apunta hacia el final de la aventura.
Cut the Crap es el canto de cisne de The Clash y fue grabado en condiciones que contradicen, de plano, lo que fue el espíritu de la banda. Las desavenencias eran tales que entraron en el estudio por separado para registrar su última colección de canciones. Joe Strummer decide alejarse para aclarar sus ideas y a su regreso disuelve la banda. Naturalmente, el fin de una banda como The Clash no es un final cerrado. Quedan excelentes discos, excelentes canciones, una actitud y un mensaje que perduran más allá de las circunstancias que forzaron su disolución. Quedan infinitas anécdotas que nos recuerdan que no tenemos la obligación de vendernos al mejor postor y queda una música capaz de recordarnos que hay otra manera de hacer las cosas.




JOE STRUMMER DESPUÉS DE THE CLASH
Probablemente, el éxito fue el principal asesino de The Clash. Cuando Strummer decide disolver la banda, hace gala de la coherencia que le acompañó toda su vida. The Clash se había convertido en algo ingobernable, un monstruo que ya no servía a un ideal sino a las dinámicas del mercado. Tras la tormenta, recuperó la calma: compuso para películas, se integró brevemente en The Pogues y fundó una banda a su medida, Los Mescaleros. Atragantado de fama, cuidó mucho de que la banda no se le escapara de las manos, renunciando a un éxito que le hubiera sido sencillo recuperar. Con Los Mescaleros prosiguió su investigación musical. Lamentablemente, nos dejó en 2002. Va por él.



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